TODO EMPIEZA EN LA TIERRA

El terruño es la combinación de factores naturales y humanos que influyen en la producción de vino. 

Incluye entre sus condicionantes fundamentales: la localización geográfica, la altitud y pendiente del terreno, su orientación, el clima, la intervención humana (según cultivo establecido, si hay riego o no, la densidad de plantación determinada y los usos de fertilizantes o abono) y la composición del suelo. 

Cada uno de estos elementos define cómo se desarrolla la vid, qué tan equilibrada es su maduración y cómo se expresan sus uvas.  

Entender y respetar el terruño es clave para elaborar vinos auténticos y con identidad. 

En nuestro caso, los suelos se forman sobre roca madre granítica, de origen magmático, que genera suelos arenosos, de pH ácido y baja capacidad para retener agua y nutrientes. 

Estos suelos son exigentes para la vid y limitan su vigor, lo que se traduce en uvas más concentradas.

La densa cubierta vegetal que mantenemos en las parcelas protege la tierra, evita la evaporación rápida del agua, aporta nutrientes y permite una maduración progresiva y equilibrada. En resumen, todo ello da como resultado vinos limpios, aromáticos, francos y con un importante carácter mineral. 

Cada vendimia confirma que la personalidad de nuestros vinos nace de esta tierra exigente y viva. 

Llegamos al Valle del Tiétar, a los pies de la Sierra de Gredos, en 2012 y fue un flechazo inmediato.

Nuestro amor por el vino y la naturaleza nos llevó a adquirir el compromiso de dar voz a una tierra con gran tradición vitivinícola, pero no reconocida debido a la vinificación a granel.

También queríamos devolverle la vida al suelo de esas viñas, dañado por años de pesticidas.

Empezamos vinificando en nuestro garaje, con la marca Raúl Calle Viticultor.
En 2021 dimos el salto a un espacio más amplio donde seguir creciendo.

Desde entonces, seguimos aprendiendo cada día de este valle y de las personas que lo habitan.
Estamos convencidos de que el buen vino empieza en la tierra.

Nuestro compromiso con lo auténtico es la brújula que guía cada vendimia, cada botella y cada decisión.

Este crecimiento trajo muchos cambios.

Uno de los más bonitos: empezar a vinificar uvas de otros viticultores que, como nosotros, cuidan sus viñas sin químicos y respetan los ritmos de la tierra.

Ellos no elaboraban vino.
Sus cepas eran herencia familiar, pero su única salida era la cooperativa del pueblo, con precios bajos y pagos tardíos, lo que acababa por desanimarles.

Con tristeza, hemos visto arrancar demasiado viñedo por aquí.

Por eso nos emociona ver que algunas personas han dejado de usar tratamientos sistémicos.

Y también nos emociona pensar en el valor social de estas colaboraciones, que ayudan a mantener viva una forma de vida y una cultura agrícola que estaba en riesgo.

Sentimos que, aunque en pequeño, estamos sumando.
Y nos inspira imaginar que, botella a botella, contribuimos a que esta tierra siga teniendo futuro.

Las viñas que cuidamos son muy viejitas, en muchos casos centenarias, de estricto secano, formadas en vaso. 

Realizamos podas cortas, siempre en la búsqueda de conseguir una mayor expresión y no de producción. Menos kilos pero uvas más ricas

Observamos y actuamos, desbrozamos o aramos las parcelas en función de las necesidades de cada una, según venga la climatología del año, la orientación, etc. 

Respetamos sus tiempos, no las forzamos, ni aplicamos productos químicos que interfieran en el vino que serán. 

En este mismo sentido, el respeto al suelo y en búsqueda de su recuperación, aplicamos los principios de la permacultura, donde cada ecosistema se autorregula por sí mismo. 

 Porque una viña feliz y equilibrada es la que mejor nos cuenta su historia en cada vendimia.

En las elaboraciones, casi todo el trabajo es manual y artesano.
Nos encanta ser libres y poder probar nuevas y viejas técnicas de vinificación.

En la misma dinámica del respeto a la materia prima, los vinos no llevan nada más que el zumo de uvas sanas que preseleccionamos cuando realizamos las vendimias.

No añadimos nada que reste emoción. Creemos que el vino tiene que hablar por sí solo.  

· Sin corregir
· Sin filtrar
· Sin estabilizar
· Sin conservantes

Porque creemos que el vino debe ser así: honesto, vivo y con carácter propio.